El hostelero Pablo Guardiola, en el salón de su restaurante ubicado en Los Belones . / ANTONIO GIL / AGM

Seguramente todos hemos pasado alguna vez por aquella carretera de doble sentido que iba desde la Trimilenaria hasta Cabo de Palos y La Manga, pasando por La Unión; El Algar; San Gines de la Jara, con los parrales a ambos lados de la calzada; y El Sabinar, con el puesto de la Cruz Roja donde Juan Montiel, Pepe Nieto, Antonio Sánchez y otros muchos voluntarios de nuestra ciudad prestaban sus servicios de apoyo en verano en distintos puntos de la carretera. Éste era emblemático, justo en la variante que nos llevaba a Los Nietos, por la carretera actual que aún se conserva.

¡Ah, Los Nietos!…. Este bonito pueblo perteneciente a la diputación del Rincón de San Ginés que basa su economía en la pesca y agricultura y que, durante el verano, también desarrolla una frenética labor vacacional de temporada. Entre Los Nietos Viejos y Los Nietos, se encuentra el monte Mingote, de 40 metros de altitud, desde donde se ve todo el Mar Menor.

¿Quién no recuerda su Club Náutico de madera, sus fiestas patronales el 2 de agosto, sus Regatas de Vela Latina y de Vela Ligera, La Pescadería, El Casino de Pablo Guardiola, la necrópolis ibérica en los terrenos de la finca Las Mateas y al fondo la playa y el mar? Como dice mi buen amigo Ricardo Gimeno: «El mar siempre nos ha cautivado por su inmensidad, por la fuerza de su dinámica desatada, por los misterios escondidos en sus profundidades. El mar es un fantástico reto para el conocimiento humano. Origen de la vida y gran autovía de la cultura a lo largo de la historia. El mar es universal por definición, posiblemente el lugar del planeta en el que las fronteras menos sentido tienen. El mar une y distribuye conocimiento, personas y mercancías».

Cruce de caminos

Y alejándonos un poco más del mar y en la misma diputación del Rincón de San Ginés, tierra adentro, en la carretera que lleva de Los Nietos hacia Islas Menores, llegamos al Cruce de Caminos, que son Los Belones y que consta de tres núcleos: Cobaticas, Las Barracas y Atamaría; con unos espacios naturales tan importantes como Calblanque, el Monte de las Cenizas y la Peña del Águila y un pueblo pleno de actividad comercial y hostelera de mucho nivel.

De hecho, uno de los últimos en instalarse allí ha sido precisamente Pablo Guardiola, proveniente de Los Nietos donde en 1934 inició su actividad D. Manuel Soler Martínez, tío de Pablo Guardiola Soler, quien convirtió el Casino de Los Nietos en toda una institución. Y aunque desde el siglo XIX, siempre existió este establecimiento familiar mirando a la playa, el 4 de Diciembre de 2014, Pablo Guardiola hijo cierra el local de toda su vida y abre uno nuevo en la calle Mayor de Los Belones, en la antigua Cueva del Vino.

Pablo es la tercera generación de esta familia hostelera que mantiene el nombre familiar que consiguió su máximo esplendor y notoriedad en los años 60 y 70. Y como todo lo que se hace bien perdura en el tiempo y coge prestigio, hablar de Casa Pablo Guardiola es garantía de calidad, servicio, atención, detalles y satisfacción plena, en mesa y en cartera.

Aparte del encanto del local, una obra realizada en ladrillo abovedado y perfectamente distribuido con toques de madera y forja que lo hacen intimo y acogedor, con distintas zonas independientes donde reina una temperatura de Bodega Riojana y predomina el ambiente del mundo de la enología.

En los fogones, Juani Villarino

Precisamente, en fechas recientes, uno de estos días que hacía 35 grados en la calle, quedé con mi amigo Julio y dos ‘gourmets’ de la capital de Reino de España para comer allí.l Julio, como habitual enes de esta catedral gastronómica, nos habló del equipo que tienen allí.

En los fogones se encuentran la copropietaria, Juani Villarino, y el chef Raúl Torres, cocinero temático de La Manga Club que anteriormente pasó por el Hyatt, Thalasia y, el Casino, donde, junto con Carmen Molina, Estefanía, Alina y Encarna, forman un equipo de Champions capaz de jugar en las mejores ligas.

Nada más empezar y sin pedir nada, al centro de mesa, salazones de la zona con almendras marconas recién horneadas, unas cañas frías muy bien tiradas y descorche de un Luis Cañas, recién salido de la cava, a su temperatura perfecta y servido en la copa adecuada. Para empezar, una ensalada de la Jefa con pollo frito, mostaza a la antigua y hoja verde en su justa medida. Verdaderamente espectacular. Y como los madrileños querían probar de todo, Julio le dio instrucciones a Pablo para que preparase un menú degustación a base de platitos al centro, nada de platos fuertes y así fue como nos sorprendió.

Para empezar unas patatas asadas al romesco, calamar a la plancha salteado de setas con foie, sepia en su tinta, dos degustaciones de bacalao a la vizcaína y Villarino, pulpo asado a la cerveza, -muy recomendable por su textura y singularidad- y cerramos con un Lomo Alto de Angus, muy bien cortado y al punto. Y como colofón de lo que fue un festival, la Jefa de Sala, María del Mar, nos recomendó el helado tradicional de la casa, hecho con receta propia. S trata del mantecado, o lo que es lo mismo, el chambi de toda la vida, elaborado en una ‘Carpigiani’ de más de 40 años que, en menos de tres minutos, solidifica el producto. Todos lo probamos y felicitamos a Pablo y a la cocina por el nivel del producto, la presentación y el servicio.

Alrededor de una buena mesa

Para terminar, la sumiller, Amparo, después de un buen café, que también forma parte de una buena mesa y es el ultimo sabor que queda, por lo que se debe cuidar siempre, nos ofreció unos mini ‘Gin Tonics’ con los que dimos por cerrada una comida de muy alta nota, no sin antes probar el ‘Vod-Tonic’ de Belluga con Fever Tree con el que Amparo nos sorprendió, bordándolo por la suavidad de su sabor.

Nuestros amigos de Madrid llamaron a Pablo para felicitarle nuevamente por la degustación de una cocina de mercado y llena de sabor y productos de la zona. Le prometieron volver, ya que en la mesa contigua, estaba un político regional con su familia degustando un caldero cuyo aroma llegaba a nuestra mesa y les encantó. No querían perderse la experiencia antes de volverse a la capital. Y termino con la recomendación de Gustav Jung: «Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón. Aquel que mira afuera, sueña. Quien mira en su interior, despierta».

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